Por. Rubén Hernández Cassiani
Honorable pueblo de África en América,
con tus puños y musicalidad cimarroneando
contra la esclavización conquistaste tu liberación
como primer pueblo en América que cumple esta misión.
La trilogía yoruba alimentó tu concepción de mundo
que articula lo vivo, muerto y mítico,
para situarse en el mundo
como legado universal de la afrodiasporidad.
Tu epopeya libertaria nutrida de épocas milenarias,
es la porunda que salvaguardó ancestralidad
y sostén cultural que encarna el cimarronismo
como práctica social.
Lengua bantú, medicina ancestral
y rítmica oral expresada en extensiva parental familiar
son patrimonio colectivo de la humanidad
que salvaguardamos como afrocolombianidad.
La historia del territorio hoy pavonea la nacionalidad
en su expresión de colectividad
que la Ley 70 de 1993 legitimó
como derecho conquistado
en los inmemorables tiempos del pacto de libertad.
Benkos, Zumbi, Barule, Polania,
Pambele, hermanos Cardona, Graciela, Evaristo, Dionisio
constituyen testigos que avivan la memoria histórica combativa
y eternizan como guardianes de emancipación.
Catalina Loango ri Angola, María Lucrecia
y otros mitos más
narran con pasión la historia de la sociedad
como poder, creación, verdad y espiritualidad.
Tambores, gaita, el millo como adoración
y la etnoeducación inspirada en sus pedagogías propias de afirmación, comunican en su anualidad la cultura
con sentido de identidad y goce sensual
que disfrutan en convivencia social.
Trabajan por la reparación histórica
como grito de libertad
y devolver territorio con gobernabilidad
que la esclavización y colonización negó
para vivir en bienestar y fraternidad.
Los kuagro y su articulación con el movimiento social
prestan atención a esta reivindicación con celeridad
como fuente de paz
y sueño de la comunidad.




